También tuve un profesor de literatura llamado Guillermo Sánchez-Gui, si mi memoria no me falla -30 años han pasado- que era joven y creía ver en mí a alguien de cierta valía para la escritura -inocente, inocente-.
Hace unos días murió Anne Rice. En mi segunda fiebre lectora (la primera fue entre los 9 y los 11), allá por los 14, sus Crónicas Vampíricas se convirtieron en guía y tótem. Me fascinaba ese mundo de vampiros decadentes, asexuados, que se enamoraban de otros seres de cientos de años con apariencia de niños o abuelos. Conocía toda su...
La penúltima obra a la venta de la imperecedera saga de Douglas Preston y Lincoln Child cuyo protagonista, el agente especial del FBI AXL Pendergast, el mejor detective del mundo y no el gilipichas de Bruce Wayne, se las tiene que ver con un pobre hombre que se cree más listo y más poderoso que nuestro super agente de traje negro y coleta blanca....
A finales de los años 80 el acceso a los libros no era tan sencillo como ahora, y si hablamos de literatura de terror, el catálogo se reducía las colecciones pulp de Super Terror o similares, la versión freak de las novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía o las románticas de Corín Tellado.
Hay libros que soportan muy mal el paso del tiempo. Y no porque estén mal escritos, porque sus teorías hayan quedado desfasadas o ya no le interesen a nadie, sino porque el revisionismo posterior, ese que pone a cada uno en su lugar, es un maldito cabrón que te puede dejar con el culo al aire.
Durante muchos muchos años La conjura de los necios fue mi libro de cabecera. Este compendio del humor satírico norteamericano no es una novela fácil, como todas las obras que se salen de la comedia clásica. A algunos les parece demencialmente soberbia y a otros una bobaliconería sin pizca de gracia. Obviamente, yo me sitúo entre los primeros.
La risa jamás sobra. Por muy zafia, simplona y carente de gracia que sea, si te provoca un leve espasmo en el pecho y un pensamiento optimista, bienvenida sea.