Sonic Temple, The Cult

27.12.2021

Soldier blue, Fire Woman, Sun King, Sweet soul sister y, por supuesto, Wake up to time for freedom. Cualquiera de estas canciones colocaría en lo más alto del hard rock a sus intérpretes, pero todas coincidieron en 1989 en el mismo disco, el mítico Sonic Temple de The Cult, la banda de Ian Astbury y Billy Duffy.

Desde su portada con Duffy terminando el rasgueo de su Les Paul con Astbury de fondo hasta la atmósfera que rodea cada uno de los once temas que componen el album, todo es perfecto en este Sonic Temple. El sonido está trabajado, denso, poderoso, con muchos toques de blues, estribillos que se te meten en la cabeza con una primera audición y un bajo que se convierte en protagonista al sumergirte en cada canción mientras Astbury te come la cabeza como un Jim Morrison ochentero.

Es este un disco de los que es necesario escucharlo entero, un tema tras otro, a ser posible a buen volumen mientras te tomas una copa. Te aseguro que antes de la cuarta canción estarás dando saltos cantando al ritmo de la guitarra de Duffy. Sonic Temple es el rock con mayúsculas; Sonic Temple es la antesala de lo que aparecería años después.

Lo descubrí poco después de su lanzamiento, en la discoteca personal de mi prima Cris. Me lo llevé a casa y durante meses no dejé de escucharlo una y otra vez (junto a la opera prima de otra banda a la que le deben mucho los Guns n' Roses como fue Balaam and the Angel), y no puedo negar que fue uno de los momentos que más me costó desprenderme de un disco, el día que se lo devolví. 

La cinta donde lo grabé estará perdida por ahí, en algún cajón con otros cientos de retazos de mi adolescencia, pero durante varios meses, el Templo del Sonido fue la banda sonora de mi vida.

Bitácora Perversa
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