Sexo, mentiras y Hollywood, Peter Biskind

06.12.2021

Hay libros que soportan muy mal el paso del tiempo. Y no porque estén mal escritos, porque sus teorías hayan quedado desfasadas o ya no le interesen a nadie, sino porque el revisionismo posterior, ese que pone a cada uno en su lugar, es un maldito cabrón que te puede dejar con el culo al aire.

Hace unos días estuve leyendo la historia de Gino Bartali, que durante los años del fascismo en Italia pasaba por ser el corredor del régimen de Mussolini y un colaboracionista nazi. Lo curioso es que, tras su muerte, se encontró documentación en su casa donde Bartali explicaba que había estado ejerciendo de correo y espía para los aliados durante la Segunda Guerra Mundial, llevando pasaportes en sus alforjas durante sus duros entrenamientos, largas rutas en las que siempre iba con su maillot con su nombre bien grande, para que todo el mundo le reconociera y nadie le hiciera preguntas. Así salvó la vida de cientos de personas.

Pues a Biskind le ha pasado lo mismo. Publicado en 2004, y aunque es autor del gusto de sacar trapos sucios, el ensayo se le ha quedado anticuado. Trata sobre Miramax, los hermanos Weinstein y el festival de Sundance que creó Robert Redford y supuso el estallido del cine independiente a principios de los 90, y aunque es muy entretenido y cuenta mil anécdotas sobre la tiranía de los Weinstein, los terribles casos de acoso y abusos de Harvey Weinstein que desembocó en el "Me too", ahora se nos queda un poco corto.

Pero hay que leerlo. No va a defraudar a nadie. Su estilo es diáfano, aunque le van los cliffhanger y dejar al lector con las ganas de más. Pero a su lado veremos los primeros pasos de Tarantino, de los hermanos Cohen, del fenómeno Miramax, de cómo se compran los premios de la Academia y cómo un productor puede hacer una película exitosa (El Paciente Inglés) y no ver un dólar, pero sobre todo te vas a enterar de por qué Hollywood -o las producciones norteamericanas de los Grandes Estudios- son una fábrica de estiércol, donde no importa lo grande que te creas, siempre hay alguien que puede y quiere pisarte.

Bitácora Perversa
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