Semillas de rencor, John Singleton

Semillas de rencor, de John Singleton, o Los chicos del barrio, que diría Andrés Montes. Una de las primeras películas que vi en Canal + allá cuando lo contraté por el año 95, 96 más o menos. Un jodido estallido de violencia al que vuelvo de vez en cuando para que me enseñe como funciona el mundo en realidad, y no cómo me gustaría que funcionara.
Semillas de rencor no es, en definitiva, una película para todos los públicos. Con un reparto espectacular pasados los años (yo ni siquiera me di cuenta de que la estudiante de apoyo era Jennifer Connelly...) es una lección de ética y responsabilidad civil por parte de Singleton, un director muy comprometido con su comunidad en unos años 90 que, os recuerdo, no eran tan permisivos cómo pensamos hoy en día. Como le dijeron a los productores de "La maldición del hombre lobo" a Terence Fisher respecto a la escena de la violación de la chica muda por parte del salvaje, "puedes poner tetas o puedes poner colmillos, pero no las dos cosas".
A Singleton no le convencieron, y recreó el ambiente hostil de una universidad norteamericana tocando todos los palos que pudo, afilándolos, calentándolos al fuego para que fueran más letales, y ensartando la psique del espectador, retorciéndolo en una imitación del seppuku para solaz diversión de los mirones. Quieres racismo? Toma racismo. Negros que valen tanto como su capacidad para correr y desenvolverse en el programa atlético. Quieres derechos LGTBI? Ahí está Jennifer Connelly, luchando por un campus seguro, otorgando su amor y su amistad a escondidas a Kristy Swanson, nuestra incauta protagonista. Quieres violencia? Nuestro Michael Rapaport te contará la historia de Columbine un lustro antes de que se hiciera realidad o Edward Norton nos mostrara lo chungo que es ser un neonazi en American History X. Quieres un final demoledor, de los que te hacen vomitar las ganas de vivir? Ríete tú de la oscarizada Crash.
Y de maestro de ceremonias a un Lawrence Fishburne que aún no se había convertido en Morfeo, pero sí tenía muy claro que vales tanto como el dinero que tienes, y si eres negro y pobre, ya te puedes dedicar a otra cosa porque la sociedad no te va a permitir ser más que otro rapero que acaba tiroteado en la calle.
Si todavía no la has visto, ya tardas en lanzarte a buscar esta joya del cine de denuncia.