McCartney 3, 2, 1

Corre un leyenda urbana que dice que Paul McCartney no es Paul McCartney, sino un canadiense llamado William Campbell al que el servicio secreto inglés había hecho pasar por el original tras la muerte de este en un accidente de tráfico en 1966, durante la grabación del Sgt. Pepper. Durante años se ha alimentado la leyenda con estudios fisionómicos, letras de canciones, portadas de discos, aumentando la Beatlemanía hasta nuestros días. Si eso es cierto, William Campbell es el mejor clon de la historia. 

McCartney emana humanidad y sentimiento durante los seis capítulos de esta larga entrevista con el productor Rick Rubin, recordando sus primeros años, cómo se conocieron, cómo componían, que les hacía amigos y a la vez rivales en el grupo más famoso de la historia. Todo ello mientras repasan su discografía con pruebas de sonido y un McCartney entregado que no duda en tararear, tocar o cantar sus viejos éxitos como si los echara de menos. Como Paul dice, ahora que el legado de los Beatles está completo, él se declara fan de los Beatles, de ese grupo maravilloso al que es capaz de recrear con cuatro destellos de genialidad.

Porque de eso va esta serie, de nostalgia, de recuerdo, de revivir una parte de la historia de la música, de por qué unos grupos triunfan y otros fracasan, y por qué los Beatles se convirtieron, con permiso de los Stones, en el más grande grupo de los 60. Imprescindible.