La rueda del tiempo, Uta Briesewitz

25.12.2021

Terminada la primera temporada, tenía ganas de hablar de esta serie que se puso muy de moda hace un par de meses a razón de una campaña intensiva de Amazon en las redes.

Basada en la saga de Robert Jordan, no aporta nada nuevo al que esté un poco metido en el mundo de la fantasía épica (como serie, no hablo de los libros). Se ve que tiene mucho dinero detrás, que todo tiene un sentido por muy extrañas que se antojen nuestras visiones, y que la idea es estirar los libros tanto como la audiencia lo permita, aunque eso implique hacer cambios importantes respecto a los libros.

No hablaré del argumento. Es un viaje al fondo del abismo con sus habituales reveses, traiciones, giros y revelaciones. Lo más interesante de este mundo es la magia, ese elemento que habitualmente se distorsiona, se oculta y se camufla para hacerla más poderosa de lo que es en realidad. 

Aquí no, aquí la magia es lo más importante en el mundo de los hombres, o quizá debería decir en el de las mujeres, pues solo ellas pueden manejarla (encauzar) sin que la locura se apodere de sus mentes. Y como todo poseedor exclusivo de un gran poder, se muestran implacables con quien pretende arrebatárselo, ya sea el Falso Dragón o el Dragón Renacido.

Lo que parece una inversión de roles no deja de ser el viejo cuento de la bruja. A ellas se les permite ser poderosas, pero deben cargar con el estigma de no formar familias (ni las Aes Sedai ni las zahoríes), tener que pertenecer a una hermandad donde las jerarquías aplastan tu individualidad (en una suerte de orden religiosa monacal) y la presencia perpetua de un guardián (masculino, por supuesto), con el que se vinculan emocionalmente y las protege en todo momento de los ataque físicos. Nada nuevo bajo el sol.


Bitácora Perversa
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