La luz al final del túnel, John Skipp / Craig Spector

A finales de los años 80 el acceso a los libros no era tan sencillo como ahora, y si hablamos de literatura de terror, el catálogo se reducía las colecciones pulp de Super Terror o similares, la versión freak de las novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía o las románticas de Corín Tellado.

Por eso, cuando a la librería llegaban pequeñas joyas del primer cyberpunk como este thriller de vampiros, no tardaba ni una tarde en digerirlo, e iba pausando segundas lecturas para que la orgía de sangre saciara mi estómago.

Cierto es que hoy en día se ha quedado un poco trasnochado. Al igual que en las películas de los 80 los pandilleros y gamberros eran todos punkis con los pelos de colores, los pendientes, los chalecos y las cadenas, su versión vampírica nos habla de una ciudad que ya no existe, una en la que Charles Bronson no podría ir por ahí con su pistolón explotando cabezas, ni unos inocentes ciudadanos norteamericanos dejándose seducir por una criatura ancestral que se esconde de la luz en los túneles del metro y cuya identidad no deja de acechar en mi cabeza como la del propio señor Barlow de Salem's Lot.

Pero por eso mismo tiene el regusto de la nostalgia, porque son tantos los clichés, tantas veces vista esta misma historia de cazadores de vampiros que se unen para acabar con el maestro, que puedes revivir la película en tu mente. Sí, aquella que alquilabas en el videoclub por 250 pesetas y te garantizaba dos horas de felicidad absorto en músicas estridentes, mucho humo de máquina, azules y rojos saturados, y giros imprevisibles como descubrir que el profesor encantador, ese que te aconseja bien en todo momento, es el jefe de los vampiros.

Porque de eso va esta novela, de personajes perdidos que están a punto de caer en las garras de la bestia, de otros que han perdido a sus seres queridos, pero se sobreponen a sus miedos -como en la legendaria Fright Night- para enfrentarse a la criatura, y de los menos que optan por colaborar -como el músico de The Strain, otra serie que bebe de esta novela- y ser el germen de una nueva sociedad, más libre, más nocturna.